Un grupo de 14 jóvenes afganas arriesgan su vida para poder estudiar matemáticas en el sótano de un edificio de Kabul, reportó DW.
Una estudiante universitaria funge como docente en la improvisada escuela secreta, que tiene cerradas las ventanas y las puertas para evitar ser descubiertas.
Desde que los talibanes retomaron el control de Afganistán en agosto, a las niñas y jóvenes afganas se les prohibió la educación más allá de sexto grado. De igual manera, se les negó el derecho de que fueran a las mismas aulas con sus compañeros varones.
La idea de ver clases en la llamada ‘escuela secreta’ representa un riesgo enorme para ellas, y por eso se cuidan tomando diferentes caminos para evitar ser rastreadas. Tampoco tienen pizarras o los útiles normales que delaten la presencia de un aula de clases en el edificio.
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“Me siento como si tuviera un cuerpo, pero no tuviera vida”, dijo una de las jóvenes al medio alemán por vía telefónica. La joven afirmó que su sueño de ser programadora se ha vuelto muy lejano, debido a la llegada del grupo radical al poder.
Sin embargo, no está en sus planes rendirse. Al igual que otras jóvenes afganas, seguirá estudiando a pesar de los riesgos.
Es un tema que llama la atención en el mundo occidental, donde la educación es un derecho, pero en Afganistán se ha vuelto un peligro.
“Si los talibanes se enteran de nuestra ‘escuela secreta’, nos castigarán. Pese a ese peligro, no nos rendiremos”, dice otras de las alumnas.
Al asumir el poder, los talibanes afirmaron que solo segregarían la educación. Y que su interés era “crear un plan de estudios razonable e islámico que esté en línea con nuestros valores islámicos, nacionales e históricos y, por otro lado, poder competir con otros países”.
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Pero los informes de múltiples organizaciones humanitarias indican que que han instaurado un régimen opresivo que castiga a las mujeres por lo que consideran faltas de “modestia”.
Adicionalmente este servicio no es gratuito. La profesora le cobra a las jóvenes afganas una pequeña suma, pues asegura que este es un servicio. Aunque en estos momentos, Afganistán tiene un umbral de pobreza de 97%, así que pagar por educación también es un lujo.
Aunque los padres consideran que ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser libres a través de la educación.