El sumo es una de las tradiciones más arraigadas de Japón y una expresión única de su cultura. Y como toda tradición, tiene raíces profundas que se niegan al cambio. Hiyori Kon es una luchadora que quiere eliminar el veto de las mujeres de practicar sumo de forma profesional.
Ella entrena en esta especialidad desde que tiene seis años, pero nunca ha podido competir como profesional simplemente porque es mujer.
En el documental ‘Little Miss Sumo’ de Netflix, ella explica que el veto va más allá: los hombres consideran que la presencia de las mujeres en el sumo es “contaminante”. Por esa razón, las mujeres tienen prohibido siquiera pisar el ‘Dohyo’, que es el espacio donde se hacen las luchas y que es considerado sagrado.
El rechazo a las mujeres es tan rotundo que, en 2018, dos médicas fueron expulsadas de un ring de sumo cuando le prestaban los primeros auxilios a un oficial que había colapsado.
Hiyori Kon ha quedado relegada a lo amateur
Hiyori Kon ha visto truncada su carrera al no poder competir en su especialidad. Esto pasa aún cuando le ha ganado a algunos hombres en el terreno amateur.
Esta prohibición de las mujeres en el sumo evita que el deporte nacional de Japón tenga categoría olímpica, y mantiene en la sombra a sus atletas.
La lucha de Hiyori por vencer ese veto le valió ser incluida en 2019 en la lista de las 100 mujeres más inspiradoras, elaborada por la BBC, y la ha convertido en un ícono de la lucha global por la igualdad.
En otros aspectos, Hiyori también combate algunos estereotipos. Como el de la japonesa glorificada por el manga y las geishas. También desecha la idea de que el mejor trabajo de una mujer es atender a su familia.
“Mi mayor ambición es hacer del sumo un deporte olímpico”, afirmó. “Es una herramienta que puede abrir un futuro de oportunidades”.
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