Ser madre es una de las experiencias más retadoras de la vida. Mientras algunas lo ven como un sacrificio en el que hay que dejar atrás los gustos y el bienestar individual a favor de los hijos, otras opinan que es una bendición, que es más gratificante que exigente. Pero ¿qué dicen los especialistas?
Karen Rinaldi, escritora y columnista del New York Times, afirma que la maternidad no es un sacrificio, sino un privilegio. Y que “al reconocer nuestro papel de madres y rechazar los falsos elogios del martirio, hacemos más para empoderar a todas las mujeres”.
“Llamar a la maternidad “el trabajo más difícil del mundo” no tiene sentido porque tener y criar hijos no es un “trabajo”. Nadie negará que hay cansancio, miedo y tedio. Criar una familia es un trabajo duro, pero también lo es cualquier otro aspecto significativo de nuestras vidas”, señala.
La nociva glorificación de ser madre
Anusha Mourshed, columnista del Daily Star, asegura que “parece haber algunas expectativas poco realistas establecidas por la extrema glorificación de los sacrificios de una madre en todo el mundo… El problema principal de romantizar demasiado estos sacrificios es que establece estándares superlativos e irrazonables que son casi imposibles de cumplir todo el tiempo”.
Para Mourshed, esto excluye a muchas madres que se sienten inseguras por no poder obtener la etiqueta de “madre perfecta”. Esto hace que sea aún más difícil para las mamás pedir ayuda y convence a numerosas mujeres de que deben renunciar a todas sus ambiciones, deseos y objetivos personales porque si no lo hacen, son egoístas.
“El prejuicio internalizado dentro de la sociedad espera que las madres lo tengan todo bajo control y disfruten cada minuto de este proceso gratificante pero agotador desde el momento en que nace su hijo hasta que crecen por completo”, señala.

Por su parte, la abogada y escritora Christine Organ afirmó en el Washington Post que cuando exageramos las cosas que las madres pueden hacer o sentir por sus hijos, corremos el riesgo de devaluar los otros roles que cumplen las madres como mujeres y disminuimos el rol que juegan los padres en la vida de sus hijos.
También crea una visión poco realista en los niños, que pueden creerse el centro del universo. “¿He puesto las necesidades de mis hijos en primer lugar? Por supuesto. Pero no siempre. Después de todo, mis hijos son parte de una familia en la que se tienen en cuenta las necesidades de todos”, precisa Organ.
“No quiero que mis hijos me vean como una especie de mártir abnegada. Quiero que sepan que los amo con todo mi corazón y que son parte de una familia, así como de una comunidad más grande, lo que significa que sus necesidades no siempre pueden ser lo primero”, finalizó.
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