Adoptar a una niña con alopecia no fue el plan A. Amy Corbett y su esposo son una pareja en Estados Unidos que gastó todos sus ahorros en tratamientos para la fertilidad. Querían ser padres, pero la biología no se los permitió, hasta que conocieron a una joven que planeaba dar a su bebé en adopción.
Así fue como Caroline llegó a sus vidas, una bebé vibrante y encantadora que llenó sus días de felicidad. Todo iba perfecto, y un día observaron con preocupación que la bebé iba dejando mucho cabello en su cuna.
Al contactar a la madre biológica de la niña, conocieron que había un componente genético que causaba alopecia a varios de sus familiares. Fue así como supieron que Caroline eventualmente quedaría completamente calva.
“Médico tras médico, Marc y yo intentamos todo para revertir la caída del cabello de nuestra hija. Diez meses después, estaba completamente calva. Resultó que Caroline tenía una afección llamada alopecia. Afortunadamente, no estaba enferma y no necesitaría medicamentos”, narró Amy.
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“Era como si su cuerpo fuera alérgico a su cabello. ¿Pero las malas noticias? Dado que lo perdió tan joven, es probable que nunca lo recupere. Tendríamos el desafío de criar a una hija calva en una sociedad impulsada por la imagen”, escribió.
Esa tarea fue difícil de llevar a cabo, porque una niña con alopecia no es algo que se vea con mucha frecuencia. “La gente miraba fijamente y susurraba. Los niños agarraban las piernas de sus padres con miedo cuando veían a mi bebé. Extraños rezaban por nosotros, le daban regalos a Caroline o pagaban anónimamente las comidas, todos creyendo que tenía cáncer, por supuesto”, dijo.
“Era nuestra extraña nueva realidad, una que nos rompió el corazón al aceptar. Lamenté todas las pequeñas cosas: colas de caballo, moños y champús”, expresó, esos detalles que muchas madres adoran hacer.
No tener cabello es hermoso
Decidieron que apoyarían a su hija, para que supiera que era hermosa y que no tenía que ocultarse. “Hubiera sido tan fácil ocultar su condición debajo de las pelucas, pero queríamos que Caroline supiera que no había nada vergonzoso que tuviera que cubrir y esconder”, dijo Amy.
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“Ser calva es hermoso, y tenía la esperanza de que a medida que creciera, llegara a lucirlo. Incluso a los dos años, era importante comenzar a darle las palabras para comprender y explicar su condición a los demás. Reuní un libro llamado “Todos tienen algo” para normalizar a los que tienen diferencias y me concentré en la alopecia”, agregó.
Actualmente, Caroline ya es una adolescente, creciendo en un ambiente donde le han enseñado que ser diferente es una bendición.