Jessica Benzakein tenía solo 12 años cuando llegó a un hogar de acogida, fue separada de su hermano, y se dio cuenta de la dura realidad que tenía por delante.
Su madre había sido despojada de sus “derechos parentales”, lo que significa que Jessica había quedado bajo custodia del Estado. Su nuevo “casero” le explicó su situación de una forma franca.
“Dijo: ‘Si la adopción es tu plan A, eres demasiado mayor’”, recuerda Benzakein. “Y él no lo estaba diciendo con mala intención… Su punto era que, por mi edad, yo no me ajustaba a lo que la gente está buscando. A los 12, se dan cuenta de que estás profundamente dañado y que no hay forma de revertirlo. Entre los 2 y los 5 años, tus posibilidades de adopción disminuyen sustancialmente”.
Por esta razón, Jessica empleó su vida adulta en servir de hogar de acogida para grupos de hermanos y evitar que fueran separados por el sistema de adopciones. Ya los chicos tienen suficiente al tener que separarse de sus padres, como para también perder a sus hermanos.
De esta manera, seis chicos entre los 18 y los cuatro años, que son hermanos de sangre, podrán estar juntos en su casa. Sus nombres son Will, de 18; Carter, de 14; Sidney, de 13; Markell, de 8; Kendrich, de 6; y Terrell, de 4 años.
Los grupos de hermanos necesitan ayuda
“La cantidad de grupos de hermanos en el sistema de casas de acogida es increíblemente alta y, a menudo, se separan”, explicó Jessica Benzakein, quien aseguró que estos chicos completaron su familia.
“Todo el mundo me dice lo afortunados que son estos niños y lo bueno que hice… Pasé mis 20 años pensando que realmente no necesitaba una familia. Pero la necesitaba. Me dan un propósito”, comentó la madre, quien tiene dos hijos biológicos de una relación previa.
Ver más – Niña con síndrome de Down fue rechazada 20 veces y este hombre gay la adoptó y le dio una familia
Aunque dos de los hermanos han estado con ella desde 2015, ahora todo es oficial y se sumó todo el grupo. “Hemos vivido como una familia durante mucho tiempo, pero ahora nadie puede decirnos que no lo somos”, subrayó la feliz madre.
“Nos divertimos aquí. Es un caos total en el buen sentido”, dijo. “Tienen un lugar seguro donde pueden equivocarse y cometer errores y reír y bromear y burlarse unos de otros”, relató.
La historia de Jessica inspira a otras familias a tomar en adopción a chicos mayores y a grupos de hermanos, para darles el hogar y el amor que necesitan en sus vidas.